viernes, septiembre 30, 2016

Cómo llegué al Sí

Este domingo Colombia votará el plebiscito con el que aprobará o rechazará el acuerdo final que firmaron las FARC y el Gobierno Nacional para terminar un conflicto que ya lleva 52 años.

Esa sola frase debería ser suficiente para hacer que cualquier persona votara a favor del Sí. Sin embargo, para mi, la respuesta no fue tan obvia y acá quiero aclarar por qué. Además, habiendo tomado la decisión de apoyar el acuerdo final, quiero explicar cómo llegué a esa decisión.

A manera de prefacio, también quiero aclarar que con esto no busco convencer a nadie de que cambie su intención de voto. Realmente este ejercicio es solo para convencerme a mi mismo de que esta es la decisión correcta. Si alguien quiere comentar, está bienvenido a hacerlo, pero así mismo me reservo el derecho a responder. Este ejercicio nace de una práctica que adquirí durante mis años universitarios. En ese entonces, cuando tenía un problema que me daba lata, me paraba en frente de un tablero y empezaba a resolverlo en voz alta. Muchas veces escucharme a mi mismo me ayudó a identificar huecos en mi razonamiento. Que esta entrada, en este moribundo blog que abrí hace muchos años y nunca usé, sirva como mi tablero.

Primero que todo, quiero resaltar que este proceso no contó del todo con mi apoyo. Al principio, debo admitir, no esperé que saliera adelante. Históricamente todos los procesos de paz con las FARC habían fallado y no tenía elementos de juicio para creer que esta vez sería diferente. También debo admitir que desde el principio fue muy escéptico de las negociaciones. En mi opinión, que hasta hoy sostengo, no era el momento para haber negociado con ellos. Las Fuerzas Armadas habían dado golpes muy duros a sus mandos altos y medios y sigo creyendo que las FARC se podían debilitar aun más. Acá quiero recalcar que nunca esperé una victoria total como la que se dio en Sri Lanka y siempre esperé que el conflicto terminara en la mesa de negociación; la incógnita era cuál era el mejor momento para hacerlo. Respecto a los acuerdos, fui leyéndolos a medida que los iban publicando y poco a poco fui reafirmando que no llenaban mis expectativas. Tampoco me gustaba la actitud arrogante y carente de empatía de la guerrilla que se reflejaba en cada comunicado o alocución. Nunca los vi realmente arrepentidos por sus crímenes y creo que solo hasta el final dieron visos de estar realmente comprometidos con la búsqueda de la paz. Pero finalmente se llegó a un acuerdo sobre el cual va a votar Colombia el domingo así que ese es el documento que se debe analizar.

Cuando empezaron las negociaciones, las interpreté como un proceso de desmovilización de las FARC y sobre esa base formé ciertas expectativas: que entregaran sus armas y la plata obtenida ilegalmente, que devolvieran a todos los secuestrados, que desminaran el país, que pagaran cárcel -así fuera mínima- por sus crímenes, en especial los de lesa humanidad, que le pidieran perdón a las víctimas y que las repararan, que se desligaran por completo del narcotráfico y ayudaran al Estado a acabarlo, y que los culpables de delitos atroces no tuvieran acceso a cargos públicos. Para mi, en ese momento, el costo de la negociación era aceptar que las FARC se convertirían en un movimiento político (así llevaran muchos años siendo más una organización terrorista financiada por el narcotráfico que un grupo guerrillero), y aceptar algún nivel de impunidad. Este último punto es importante porque siempre he considerado que en un conflicto tan largo y complejo como el nuestro es imposible que se sepa toda la verdad y se castiguen todos los crímenes. Sobre otros temas, sencillamente no tenía una opinión clara porque los desconozco, como es el caso del campo. Es entonces sobre esas expectativas que creo que el acuerdo es insuficiente.

No haré acá un análisis del acuerdo punto por punto porque no se trata de eso este ejercicio sino de compararlo con mis expectativas. Entonces, leyendo el acuerdo y todas las explicaciones que se han dado a su alrededor, me parece que falla en algunas cosas. Respecto a la entrega de armas, me hubiera gustado mucho que en algún momento se les hubiera pedido un inventario de armas para que no resultaran entregando solo una parte de lo que en realidad tenían. Eso no pasó. De igual manera me hubiera gustado que les pidieran cuentas de la plata mal habida pero eso tampoco pasó e incluso hoy las FARC argumentan que no tienen nada porque todo se lo gastaron en la guerra. No les creo. Sobre los secuestrados no se ha dicho mucho. Al parecer hay unas 400 personas de las que no se sabe nada y nadie responde por eso. El desminado lo están acompañando ya desde hace un tiempo pero no son ellos los que están físicamente desactivando y sacando las minas de la tierra. Su labor se limita a señalar las áreas afectadas y hacer acto de presencia. Para mi eso es insuficiente. Cárcel ya sabemos que no van a pagar sino que habrá algo llamado restricción efectiva de la libertad y que además habrá amnistía y una reducción importante de penas para los que decidan cooperar con la justicia. Y también sabemos que tendrán acceso a cargos públicos, incluso de elección popular, cuando hayan terminado de pagar las condenas que les imponga la justicia transicional.

Habiendo determinado que los acuerdos no se ajustaban a mis expectativas, la siguiente pregunta que me hice fue si entonces el acuerdo era de otra forma aceptable. Acá fue importante tener en cuenta que mis expectativas eran personales y no necesariamente realistas o incluso convenientes para el país. Sobre esa base encuentro que el acuerdo es aceptable y por eso manifiesto abiertamente mi apoyo.

El tema más importante para la opinión pública parece ser el de la justicia. Sobre este punto, como ya expresé anteriormente, solo esperaba ver algún tipo de pena que incluyera cárcel. En el acuerdo me encontré con un concepto nuevo, al menos de nombre, llamado justicia restaurativa que, palabras más palabras menos, busca que los guerrilleros reparen a sus víctimas ya sea con acciones o materialmente. Mientras realizan esos actos de reparación no estarán en cárceles sino que estarán en privados de su libertad en otros lugares. También se supone que para acceder a los beneficios del acuerdo, los guerrilleros deben confesar en su totalidad sus crímenes o arriesgarse a recibir penas mucho mayores. Para mi eso es aceptable porque siempre me ha parecido que los presos deberían estar realizando labores útiles para la sociedad en vez de pasar el día haciendo nada en compañía de otros presos.  Sin embargo, creo que el acuerdo deja muchos huecos en cuanto a la conformación del tribunal, a la ley de amnistía, y creo que no es conducente a que se conozca toda la verdad. Y acá es donde vuelvo a reconocer que esperar que se sepa toda la verdad no es realista. Creo que nuestro conflicto es demasiado viejo y complejo para investigar todos y cada uno de los crímenes; y creo que en Colombia ni siquiera tenemos la capacidad para hacer esa investigación empezando porque en nuestro país reina la impunidad aun en la justicia ordinaria. Pero también creo que así no se sepa todo, muchas víctimas y familias sí van a recibir respuestas que ayudarán a que cierren sus heridas y eso ya es mejor que nada. Me declaro en deuda, eso sí, con el tema de la reparación material. No me como por un segundo el cuento de que las FARC no tienen plata. Ese dinero debe aparecer y se debe usar, primero que todo, para reparar a las víctimas y para desminar el país.

El otro tema que me preocupa mucho es el de la participación política. Desde ya digo que muy probablemente nunca votaré por las FARC, como grupo, ni por alguno de sus líderes. Por eso me pesa tanto que el acuerdo les de 10 curules plenas a partir del 2018. Me parece aceptable que tengan la posibilidad de entrar a la política pero yo hubiera preferido que fuera sin mi apoyo porque votar Sí es, en la práctica, votar por ellos para el Congreso. Entonces creo que hay que mirar un poco más lejos y ver si realmente van a adquirir poder político, y encuentro que no. Esas 10 curules no representan mucho poder y no creo que a corto o mediano plazo logren convertirlas en algo más. Incluso a largo plazo lo veo bastante difícil. Colombia no es un país abierto a la izquierda y pasará mucho tiempo antes de que lo sea si es que algún día llega a hacerlo. Aun hoy en día, más de 25 años después de la desmovilización del M-19, sus exguerrilleros siguen siendo tratados como asesinos. Eso nos debe dar una idea de cuánto tiempo debería trascurrir antes de que las FARC puedan ser vistas como algo diferente a un grupo guerrillero. También se especula mucho con que las FARC van a poder comprar elecciones con la plata del narcotráfico. Sobre este punto, no tengo muchas esperanzas de que se encuentre el dinero que deben tener guardado pero creo que al integrarlos al orden legal, va a ser muy difícil que usen esa plata o que en un futuro puedan seguir recibiéndola. Ahora deberán jugar por las mismas reglas que los demás partidos y deberán justificar cada peso que les entre bajo la mirada desconfiada de millones de colombianos. Además creo que si en nuestro país aun se pueden comprar las elecciones, es por culpa nuestra porque hemos permitido que la corrupción se apodere de la política. Que sea entonces esta la oportunidad para que hagamos las cosas de manera diferente.

También he leído con juicio los argumentos de la campaña por el No y no me convencen. El gran problema con el No es que no muestra alternativas, no da una hoja de ruta a seguir después del domingo. Se habla mucho de renegociar pero no dicen qué ni quién lo va a hacer. Tampoco dicen cuáles son las metas de esa supuesta negociación: ¿más cárcel? ¿menos curules? ¿un acuerdo diferente en el tema de tierras? No sé, no lo han dicho. Y por encima de todo, leyendo el acuerdo, no veo como es que le va a entregar el país a las FARC o nos va a llevar a eso que llaman castro-chavismo. Sencillamente no veo el proceso, paso a paso, que nos va a convertir inevitablemente en Venezuela o Cuba. Si ese riesgo existe y es real, entonces creo que queda en nuestras manos evitarlo porque tendría que pasar por las urnas. Pero tal vez lo que más me ha molestado del No es la campaña llena de mentiras y miedo. Ha sido deshonesta y vende una imagen distópica de Colombia que no comparto. Además han atacado de manera absurda a las Fuerzas Armadas solo porque han cumplido con su mandato constitucional de seguir las órdenes de las autoridades civiles. No puedo con eso.

Para finalizar quiero dejar acá algunos pensamientos sueltos. No creo que este acuerdo sea, como dice su título, conducente a una paz duradera y estable. Tal vez mi definición de paz es demasiado amplia pero paz no es la ausencia de conflicto y, aun si eso fuera, este acuerdo no termina el conflicto. Si se implementa bien, puede terminar un conflicto pero en Colombia faltan otros por acabar. Por eso creo que este acuerdo debe ser visto como la desmovilización de las FARC y su reincorporación a la vida civil, no como una redefinición de nuestra sociedad. No creo que este acuerdo vaya a acabar con el narcotráfico pero creo que es importante hacer que las FARC cumplan al pie de la letra con sus compromisos. En particular creo que deben dar información de proveedores, compradores, laboratorios y rutas. También creo que después del plebiscito, se formarán algunas bandas criminales que tratarán de controlar las zonas que antes ocupaban las FARC y que eso llevará a que suban un poco los índices de violencia. Pero creo que la fuerza pública está en capacidad de enfrentarlas ahora que no tienen que preocuparse por su enemigo más grande y espero que se estén preparando para ello. Así mismo espero que se mantenga el pie de fuerza y el gasto en defensa al menos a mediano plazo con el fin de mantener el orden público. Y también quiero dejar muy en claro que desconfío plenamente de las FARC. No se me olvida que hasta hace poco estaban matando, secuestrando, volando oleoductos, traficando droga, y cobrando vacunas. Sus actos de reparación no han empezado y por mi parte no se han ganado ni un ápice de confianza. No creo que hayan cambiado de la noche a la mañana y que ahora sean buenas personas. Pero sí estoy dispuesto a darles la oportunidad de que cambien y lo demuestren.

Entre las opciones de aceptar o rechazar el acuerdo creo que es mucho mejor la de aceptarlo. Este acuerdo le va a dar alivio a muchas víctimas y familiares de ellas, y por encima de todo, va a evitar que muchas personas mueran -civiles, guerrilleros y militares- o sean desplazadas. También creo que deja en manos de la ciudadanía el futuro de Colombia porque nos obliga a ser proactivos si no queremos ver a las FARC en el poder. No es el acuerdo que va a traer la paz definitiva pero es un paso en la dirección correcta, que tan grande o que tan pequeño sea depende de nosotros. Mi voto es por el Sí, cauto y lleno de preguntas, pero Sí.